domingo, 18 de enero de 2015

JUEGO DE IMITACIÓN.

Dan en el cine una extraordinaria película titulada "Descifrando Emigma", del director noruego Morten Tyldum. Está basada en un libro sobre la vida del matemático Turing. El título de la película es muy apropiado, tanto en inglés (Juego de imitación) como en español, pues el film trata de la máquina de cifrado "Enigma", de la disimulación del mundo del espionaje y de las enigmáticas relaciones vitales del gran científico británico.

En la cinta, cuyo argumento no voy a desentrañar, se plantean, a varios niveles, dilemas científicos y morales, concentrados para su mayor comprensión y dramaticidad en el guión cinematográfico que, por lo que sé, es bastante fiel al libro biográfico ("Alan Turing: The Enigma", de A. Hodges, Ed. Paperback).

Para los que puedan ver la película, que os aconsejo, solamente os dejo y comparto de pasada algunas reflexiones, algunos enigmas relacionados con la vida del lógico y sus vicisitudes a lo largo de los años, que son planteadas en la película y que pudieran quedar desplazados, ensombrecidos por la evolución dramática de la misma y el argumento principal que nos deja atrapados cuando vemos el film.

La obra está muy bien urdida, ya que es muy difícil elaborar un guión sobre la vida de un científico, de muy compleja personalidad, planteando tanto su biografía vital como intelectual y entender la complejidad del tema que subyace bajo el argumento principal.

Vista su vida desde el presente, resulta extraño que alguien tan brillante como Einstein puediera acabar arruinando su vida por los motivos que llevaron a la desgracia a Oscar Wilde en el siglo anterior.

El argumento principal, no obstante, es la imitación; en su sentido más amplio, incluyendo la emulación o la mentira. Deja la película, la vida del brillante matemático, lógico y filósofo, abiertos muchos interrogantes y dilemas (incluida la propia forma de su muerte, siempre a través del emblemático fruto de la manzana, que ya se adelanta secundariamente en el transcurso del argumento. La manzana, con tan amplias connotaciones relativas al conocimiento). Interrogantes en cuanto a la instrumentalización del  descubrimiento de información de guerra junto a  su intencional ocultación que llegan  a plantear cuestiones morales de mucho calado.

Otro argumento del film es la pregunta intemporal de cómo llegar desde la práctica ignorancia a vencer el infinito desconocimiento. De manera significativa, salvadas las distancias y el tiempo, el equipo de criptólogos británicos llegó a descubrir cómo funcionaban los mecanismos de seguridad de los comunicados secretos nazis por el mismo procedimiento general que aplicó Champollion para traducir los jeroglíficos egipcios: buscar una palabra conocida (dos palabras en el caso de Turing), tomarlas como punto de apoyo y poder traducir el resto de la información. En el caso del francés, lingüista del siglo XIX, éste se apoyó en los cartuchos que contenían los nombres de los faraones, escritos y enmarcados así sobre una piedra, tanto en egipcio hierático, como en el demótico o en griego para, con la ayuda de la lengua copta, una lengua muerta pero conocida, llegar a traducir palabras de una lengua no solo muerta, sino olvidada e inaccesible como era el egipcio, pudiendo así  dar contenido a frases, de manera que se pudo tener acceso al estudio directo de las fuentes de  una de las etapas más apasionantes dela Historia de la humanidad. El revolucionario  descubrimiento de Champollion hizo volver sobre sí misma toda la egiptología.

 Lo llamativo es que tardara el equipo de Turing, en el que había lingüistas, tanto tiempo en aplicar este mismo método que, finalmente, fue la manera de convertir dos palabras alemanas en la punta de la hebra y poder desenredar el encriptado de los comunicados militares ultrasecretos.

La lingüistica más la Historia nos lleva al conocimiento en un caso; en el segundo es fundamentalmente las matemáticas y su hija, la incipiente cibernética, las que se constituyen en una vía de conocimiento. La médula de este conocimiento, en  ambos casos, es la tenacidad y la lógica. También la intuición inteligente.

Las consecuencias de ambos descubrimientos; la traducción de la Piedra Rosetta y toda la inmensa cantidad de información histórica asociada a ella, así como el descifrado de las claves militares, son dos momentos estelares en la historia del conocimiento; en el primer caso por su alcance científico "per se", en el segundo por sus consecuencias bélicas y por ser el inicio de la inteligencia artificial. En mi opinión, quizás sea más importante la primera por el esfuerzo del trabajo individual, mas la segunda porque, por fin, se aplica la tecnología como ciencia del tratamiento de la información. Champollion dio un gigantesco salto hacia adelante desde el pasado y Turing desde el presente hacia el futuro.

Volviendo al argumento principal, la película  nos plantea dudas éticas viendo lo que va sucediendo en la medida en que se desarrolla la trama. ¿Podemos ocultar información, mentir, si con ello se consigue un bien? ¿Es posible que la ley escrita o las costumbres puedan considerar indecentes formas de vida que solo dos personas, y en lo que solo a ellas afecta, pueden entender? ¿Tiene el Estado potestad para interferir en lo que es la ética personal y la conducta sexual de las personas? ¿Hasta dónde puede llegar esa interferencia? ¿Es posible el amor conyugal sin sexo? En este caso ¿Puede admitirse que haya formas especiales de amor entre personas de distinta identidad sexual? ¿Puede una vida ser objeto de un cálculo estadístico para decidir quién vive o quién muere? ¿Puede tomarse esa decisión si el resultado final es que mueren menos en general aunque haya que permitir que muera alguno en particular? ¿Se puede responder una pregunta ética mediante un razonamiento automático? ¿Piensan las máquinas?.

Ese elenco de preguntas pudiera parecer un mero juego lógico, de la naturaleza de los que creó el propio Turing (me remito a "la máquina universal de Turing" de la teoría de autómatas); estas cuestiones y sus diversas respuestas fueron y son muy utilizadas para justificar posturas éticas forzadas.

Paradógicamente, Turing destinó una parte de su tiempo a intentar resolver un problema matemático planteado por el filósofo alemán Leibniz, tras construir, también él,  siglos antes, una calculadora. De forma significativa, el problema se denominaba "Das Entscheidungsproblem" o problema de la decisión.

Durante la Segunda Guerra Mundial hubo informadores, espías, que eran dobles agentes, muchas veces con conocimiento de ambos frentes. Durante la misma se dio permanentemente la traición entre aliados; la ocultación de información, la delación interesada, la relación en el seno de la mentira participando en un juego de imitación de complejas y profundísimas connotaciones morales. Incluso se llegó a decir que los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki obedecían a la necesidad de acortar la guerra y salvar vidas mediante esa acción, mientras se habían estado traicionando, unos a otros, los servicios de inteligencia aliados y se había disimulado permitiendo ciertos desastres para no delatarse y evitar así que el enemigo se previniera y conociera que la otra parte estaba ya informada de lo que iba a suceder. Mentiras de segundo grado. Salvar vidas de soldados americanos y británicos cuando los  soviéticos habían perdido más de 20 millones, mientras sus aliados les ocultaban información y retrasaban la apertura del segundo frente en Europa, sin compartir (o tal vez sí, aunque solo hasta cierto punto) la ventaja de haber quebrado la seguridad cifrada de la máquina Enigma.

Queda este planteamiento magníficamente formulado en la película por  el papel del agente del MI6, un servicio de inteligencia que es tan secreto que no existe formalmente. Un agente de turbios manejos, con difusas reglas de acción, dentro de una organización inexistente.

Contestar a esas preguntas, complejas y llenas de variables, puede llevarnos a una postura consciente de perpleja ignorancia, pero de conocimiento de la injusticia que a personas concretas puede  hacer sufrir la estadística unida a la política (fue el caso del propio Turing, para quien la ética era, en cierta medida, matemática).

¿Hay que salvar la vida de quien ayuda a terceros , asume el riesgo y enferma de un virus mortal y muy contagioso con riesgo para los propios? ¿Hay que aplicar recursos escasos para salvar a unos cuantos que sufren enfermedades raras? ¿En la lista de espera, hay que dar preferencia a los enfermos que tienen mejores posibilidades de cura? ¿Se debe permitir formas de flexibilidad productiva que generen mayor dinamicidad económica si hubiera que aplicar reformas que dejan por el camino a millones de parados, aunque muy posiblemente el resultado final sea mejor y sólo el que estadísticamente puede plantearse de forma eficiente?

¿Puede contestarse a esas preguntas de una forma y al mismo tiempo de la contraria?

domingo, 11 de enero de 2015

EL "CHARLIE HEBDO" Y LOS TERRORISTAS IGNORANTES DE LOS ATRIBUTOS DE DIOS.

"Entonces nos fundiremos en la Unión.
 Felices; al abrigo del torpe lenguaje humano.
 Tú y yo."

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"Le pregunté a la flauta:
---¿Porqué te lamentas? ¿Cómo puedes llorar si no tienes lengua?
Y me respondió:
---Me han separado de Mi cañaveral y solo puedo vivir lamentándome"




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Aún queda sangre vertida por las calles de París. Pretenden que todo se reduce a una acción radical contra un periódico satírico semanal en el que aparece una viñeta burlesca con una conversación entre Mohammed y un mahometano. El segundo empieza a degollar  al profeta mientras este le llama bestia.

Tal vez alguien se ha permitido ejercer la libertad de expresión para no solo dibujar la figura del  Profeta, sino también para someterlo a sátira, contraviniendo la prohibición coránica de representar las imágenes y esto  pudiera parecernos algo extraño. Este tipo de prohibiciones sólo resulta chocante si se plantean olvidando desde nuestra laicidad que en occidente hubo guerras iconoclastas; olvidándonos que las iglesias cristianas reformadas son en gran medida contrarias al uso de iconos en los templos o que, no hace tanto, la blasfemia era un delito penado en nuestro país. Esta prohibición coránica guarda relación con el reverencial respeto de la imagen de Dios o su nombre prescrita por el segundo mandamiento del Decálogo, el cual llegó a concretarse por el judaísmo  en un pecado que consistía, simplemente, en mencionar su nombre, que se representó por el tetragrammaton, como una forma indirecta de referirse a Él (YHVH).

Pero hay más vertientes a considerar en el caso. En mi opinión, Mohammed no sería hoy musulmán en muchos sentidos, tal como algunos entienden el islam hoy en día. 

Quizás, de la misma manera, Cristo nunca hubiera pensado qué sería el cristianismo con el paso de los siglos. La Historia, entendida como devenir humano simplemente, alumbra cada milenio algunas personas excepcionales, magnéticas, iluminadas que galvanizan un entorno de seguidores que, con el paso de los siglos, acaban trasmitiendo un mensaje que poco se parece al original espíritu de los considerados profetas en unos casos o encarnación de Dios en otro.

Los musulmanes parisinos repetían mientras disparaban sus Kaláshnikovs : “Allaho akbar! El Profeta Mohammed ha sido vengado!” con acento francés  de la banlieue de París, empezando una carnicería que ha durado casi una semana. Pensar que todo se reduce a una venganza por la viñeta del “Charlie Hebdo”, es simplificar. Estos “soldados de Dios”, como casi todos los que perpetraron los atentados del 11-M, eran musulmanes de nacimiento sin mucha significación religiosa, pero fueron radicalizados, conversos a una forma rigorista del islam que sólo se puede entender desde la marginalidad, la delincuencia incluso; desde la influencia tanto de algunas mezquitas como de algunas prisiones; tanto en una medida como la otra. No son intelectuales. No son creyentes que comprendan el mensaje. No entienden siquiera que, cuando quieren vengarse porque se ha ridiculizado al Profeta y se ha vilipendiado la profesión de fe, ni siquiera comprendieron al Mensajero y que, ciertamente, como explicaba la viñeta, hay musulmanes que con sus actos profanan tanto el mensaje principal del islam como si intentaran degollar al Mensajero.

Un muyahid rapero es un concepto expresado por un par de palabras contingentes que orbitan en torno al núcleo de otro concepto: el sujeto delincuente.

Los clérigos mentores de estos terroristas, sin embargo, sí son intelectuales. Poseen una sólida formación teológica y un mayor afán de poder y notoriedad.

He releído el libro de Fernando Reinares titulado “Matadlos”, referido al acuerdo de perpetrar el atentado del 11-M por la célula islamista de Morata, que se parecía a la de París de forma increíble. Paralelismos: marginal extracción social de los terroristas, prisionalización de los mismos, reconversión tras una juventud de desarraigo y carencia de identidad y principios éticos sólidos, acción terrorista tan contundente como sencilla en su ejecución, pretendiendo publicidad y difusión del miedo; peligro de efecto imitativo de quienes viven sin estar integrados y toman como pretexto cualquier pretendida afrenta al islam, cuyo cuerpo teológico no entienden  mínimamente ni necesitan comprenderlo para pasar a la violencia. Quizás haya que añadir a la similitud de estos sucesos el fallo de los servicios de seguridad en ambos casos, admitiendo la complejidad de este nuevo tipo de terrorismo compuesto por la suma de la marginalidad delictiva más la justificación teológica de la violencia que tiene como resultado, simplemente, una forma de vida tan peligrosa como puede ser malvivir en un suburbio deprimido, en la la sociedad de internet.

El magnífico libro de Reinares acredita que los atentados del 11-M fueron acordados en Bélgica por Azizi, un yijadista magrebí, muerto después en oriente con motivo de una acción americana. El atentado fue la venganza por las detenciones de miembros de una célula islámica combatiente meses antes en España y no por la Guerra de Iraq, como luego se pretendió, para asociar el atentado y su vinculación instrumentalizada a dicha guerra. Dicha acción,  en un país como el nuestro, provocó un cambio de gobierno tras una acción terrorista. A eso se unió la retirada de las tropas de Iraq, anunciada antes de las alecciones y del atentado, lo que fue entendido por los autores intelectuales del mismo como una expresión de debilidad de occidente.

“Matadlos”, el título del libro,  hace referencia a la sura “Al baqrah”, versículo 2, que extrapolada e interpretada literalmente, exhortaría a los musulmanes a matar a los no  creyentes hasta que se sometan al islam, en cuyo momento debería cesar esta violencia.

 Pretender que un texto tan complejo, variado, heterogéneo e incluso contradictorio como el Corán puede justificar o dar pie a una acción violenta por una sura escrita en tiempo de guerra hace muchos siglos es tanto como tomar al pie  de la letra los pasajes violentos de la Biblia. ¿Se extrañaría alguien que haya integristas ultraortodoxos que entiendan literalmente que “el Señor de los Ejércitos” (el "Jehová Sabaot" de 1 Samuel 1:3, Salmo 46:7 o Romanos 9:29), despojada la expresión de su exágesis teológica judeocristiana, sea una consigna de guerra?

 La diferencia radica en que aunque también hay integristas cristianos o judíos, éstos viven en países desarrollados, dotados de instrumentos de convivencia en libertad, fruto de períodos históricos a veces especialmente sangrientos (que no se nos olvide que la violencia es la partera de la Historia). Sin embargo estos procesos históricos  en los países musulmanes no se han dado;  muchos de estos países han sido descolonizados recientemente sin que en ellos arraigaran las instituciones políticas de las metrópolis, por lo que allí no entienden lo que pueda ser el laicismo unido a la libertad de expresión, como tampoco distinguen un pecado de blasfemia de una posible injuria ni, por tanto, la respuesta que esta acción se merece. A una pretendida blasfemia, gentes de esa mentalidad han respondido con el asesinato y estos “soldados de Dios” han sido muy justa y oportunamente eliminados.

Yo defiendo la libertad de expresión, y también “soy Charlie Hebdo” en la medida en que me alineo con el Estado de Derecho frente a la barbarie… y después manifiesto que, personalmente, considero reprobable el ataque a la sensibilidad religiosa o política de cualquiera, incluso mediante la sátira que puede ser la más deplorable forma de falta de caridad; de humanidad, aunque en este caso creo que la viñeta era acertada en el contenido,  no lo era en las formas, pues hay islamistas analfabetos y brutos que no serían capaces de reconocer a un mensajero de Dios y sí muy capaces incluso de su degüello, no son tampoco periodistas de los mejores aquéllos que recurren al exhibicionismo del peor gusto e innecesariamente zafio, pues, como digo, el semanario ha demostrado en muchas ocasiones mal estilo, peor gusto y una vergonzosa falta de sutileza.

 En este caso ha venido a colisionar un Derecho Fundamental, como es el de la libertad de expresión, con otro, cual es el de la libertad religiosa. El primero tal vez sobrepasó los límites de la legalidad; mas el asesinato no puede ser nunca la respuesta a una vulneración de los sentimientos religiosos; pero este simple razonamiento se encuentra impregnado de la Filosofía del Derecho occidental, ajena a la Historia y sentimientos de muchos musulmanes.

Está por ver si en las sociedades musulmanas puede arraigar el desarrollo económico y el pluralismo democrático que permita el refuerzo de formas de islam alejadas de los referidos cavernícolas de la banlieue de París. No hay nada que lo haga imposible pues ya en el islam existieron (y existen) corrientes de pensamiento musulmán místicas que entienden que Dios es, ante todo, como empieza diciendo la primera línea del Libro, compasión y misericordia y que creer es, ante todo, vivir una experiencia extática de unión con el Creador, en la que se derrama, a raudales, amor hacia Él y hacia su creación en general y en particular hacia el prójimo (“próximo”) por el hecho gozoso de considerarnos amados incluso antes de existir por el Hacedor de lo visible y de lo invisible ("Amemos a Dios, porque él nos amó primero" decía San Juan de la Cruz, parafraseando el texto de Juan I, 4-19. "El nos ama y ellos le aman" repite el cuerpo islámico -Qu, 5, 54-).

 ¡Qué poco tiene que ver el amor en general y el amor de Dios en particular y muy especialmente con el homicidio!

Quisiera, a raíz de todo lo referido de pasada más arriba, compartir con vosotros la belleza de algunas expresiones de religiosidad musulmana, judía y cristiana, manifestadas por boca del mejor poeta que quizás haya dado nunca la lengua castellana, el místico San Juan de la Cruz. No va a ser posible explicar mucho sobre su poesía, que conozco entera y de memoria, ya que soy incapaz de comprenderla totalmente en su belleza  inefable.

Decía Maimónides que entender los atributos de Dios es empezar a alejarse de Él. San Juan de la Cruz aseguraba que sus versos, que intentaban reflejar mediante el lenguaje la unión extática, no eran más que "dislates".

Es tan compleja la lírica mística musulmana como extraña es a la lírica castellana la obra de Juan de la Cruz. Y al tiempo es de tal sencillez y pureza formal que sorprende tanto como impresiona. Lo mismo podríamos decir respecto de la mística del Sefer ha-Zohar judío ("Libro del resplandor").

Vaya por delante una mera referencia de pasada a la vida del santo que estuvo una temporada en la cárcel por la incapacidad de los integristas de la época de comprender la trascendencia plástica y teológica de su obra. Fue liberado, pero fue un santo que estuvo preso. Solo su indudable piedad le libró de las sospechas de heterodoxia.

Más abajo compartiremos algunas de sus estrofas que son, radicalmente, una ruptura en la tradición lírica española, a la que solo se acercaron, en su tiempo, por beber de la misma fuente, Fray Luis de León (otro preso) y el pasado siglo García Lorca (otro asesinado) con sus “Sonetos de amor oscuro” que, si no son poemas “a lo divino”, sí pueden recibirse, por su densidad y perfección, como expresión de un sentimiento de sublime amor humano. Todos son hijos del particular texto bíblico “El Cantar de los cantares”, traducido magníficamente por el hebraísta Fray Luis, y constituyen un amalgama de equilibrio sutil, sensibilidad afectiva y perfección literaria que no se han dado más en los años.

Frente a la barbarie talibán la sensualidad sufí, musulmana, de Ibn al ‘Arabi con su imaginario, que explica la religión (re-ligare, ligarse, unirse otra vez) como una embriaguez del alma que arde en una llama mística del amor de Dios, tan hermosa y sencilla como el rizo de la prometida que, por sí, como poca cosa de quien tanto se ama, es suficiente para crear un vínculo, un eslabón de la cadena del amor.

“en sólo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste;
mirástele en mi cuello,
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste”.

El sufismo consideraba, para explicar el amor de Dios, que somos amados simplemente porque Dios nos mira. Y Juan de la Cruz rogaba:


"véante mis ojos,

pues eres lumbre dellos
y solo para ti quiero tenellos"

y declaraba que el amor de Dios se podía sentir simplemente sabiéndose mirado por Él:



"Cuando tú me mirabas,
tu gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,y en eso merecían 
los míos adorar lo que en ti vían."

Y esa mirada amorosa, gracia de Dios que contempla sus criaturas, la encontramos en  otra estrofa suya. Es un indicio de la unidad del inefable concepto de la misericordiosa compasión divina en las tres religiones monoteístas; adivinamos el recurso de la parábola de la hermosa doncella sin ojos, de la cábala judía (Zohar 94-b) :

"ya bien puedes mirarme,
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste."



Igualmente, podemos entender de qué forma de religión hablamos cuando escuchamos cómo Bastaami explica que “mi alma es un pájaro con cuerpo de unicidad” o declara Jayaai “Vuelo con mis alas hacia mi Amado”, representando en el imaginario lírico y teológico sufí el alma como un ave mítica llamada “shimorq” que teniendo todos los colores no tiene color y solo vuela para completarse con el Único (Al Taujid o la expresión de la unicidad divina).

“La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado,
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado”.

Nuestro Ibn Sina, también perseguido y encarcelado en sus días, intenta explicar que, desde la más profunda piedad en el fondo y la heterodoxia neoplatónica más hermosa en las formas, saber no es más que “arder en las llamas del conocimiento de Dios y ese fuego (zekr) es mero recuerdo de Él”. Distingue Avicena el fuego asociado al dolor y al castigo del fuego místico del conocimiento y la misericordia, "Zekr" es el fuego, el calor del amor.


Qaazali refería su experiencia mística como “La luz de la lámpara que arde en mi corazón” y San Juan, en unas estrofas de insuperable perfección,  nos ilumina, nos habla de la Unión mística como esa misma llama, como esa unidad que se consuma en el centro del alma, pero como una herida tierna que fuera un desgarro que nos lleva a la unión con Aquél que ya no es esquivo y acepta recibirnos:

¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,                           
¡rompe la tela de este dulce encuentro!